De Francia a Italia por el Montblanc

 Garganta del Diosaz (Francia) y la Pres de Saint Didier (Aosta).

Pernocta. Area de autocaravanas de la Pres de Saint Didier (45.762199, 6.989090) 14,50 euros

Itinerario: Garganta del Diosaz-La Pres de Saint Didier



Espléndida y tranquila noche y el día ha amanecido con un cielo intensamente azul. Cuando me he asomado a la explanada donde estábamos aparcados he descubierto la blanca silueta del Montblanc. Impresionante. Por fin puedo verla. Su cónica figura de un blanco inmaculado se recortaba en un limpio cielo azul. Los verdes abetos cercanos  enmarcaban esta hermosa postal que he tardado más de 30 años en disfrutar. Pero…todo llega. Solo hace falta persistir…y tener suerte.

Nos preparamos para salir a la garganta. A las 9,30, hora de su apertura, estamos comprando las entradas. 5,30 euros para abuelos, un euro más para el resto de los mortales. Dos eurillos que nos ahorramos por viejos

Iniciamos un suave ascenso por una senda cómoda arbolada y con mucha vegetación para internarnos en pocos metros entre las paredes de esta impresionante garganta. Todo el tramo está lleno de pasarelas y puentes de madera que salvan las dificultades del terreno y en algunos momentos las pasarelas están colgando, enganchadas en la roca. Carteles van explicando lo que podemos encontrar en el camino, la fauna, los usos antiguos, sucesos, etc. 

Destaca el esmero con que está cuidado todo: no hay una astilla ni astillita suelta, es más, parece que donde las ha habido lo han lijado ya que vemos madera rebajada en algunos lugares, remaches perfectos de acero inoxidable, todo cuidado al detalle. Y es que posiblemente  lo que sacan de las visitas, pueden invertirlo en su mantenimiento. No dependen de ninguna financiación externa. Deberíamos seguir el ejemplo en muchos de nuestros lugares que hoy tenemos abandonados o descuidados.

Casi sin darnos cuenta alcanzamos el final. Hemos tardado una hora y con mucha tranquilidad. Hemos recorrido  3kms  en total con 130 mts de desnivel y hemos disfrutado de siete cataratas. La pendiente es escasa así que se puede hacer sin ningún problema.

La ida la hemos hecho completamente solos, hemos sido los primeros en llegar al final, y ahora en la vuelta nos cruzamos con cuatro o cinco parejas que suben, pero nada más. Estupendo para ser la espléndida mañana de un sábado.

Agradecemos al joven que nos permitiera pasar la noche en este estupendo lugar y regresamos a la autocaravana donde nos esperaba impaciente Tula. La hemos dejado porque leímos que el camino era estrecho y  solía haber mucha gente así que pensamos que podría no resultar cómodo para ella.

Y partimos hacia túnel del Montblanc y comenzamos la ascensión, pero un kilómetro antes nos quedamos atrapados en un “bouchon”. Ya desde el viernes venía oyendo en la radio “bouchon túnel Montblanc”(solo entendía eso) así que el navegador nos da 20 minutos de espera que se convierten en poco más de media hora. Cerca de la taquilla vemos que la policía francesa está parando aleatoriamente a vehículos. Nos preparamos buscando la documentación y….nos toca. Nos señala incluso que nos apartemos de la fila. Al final era un gendarme que hablaba algo de español y debía querer practicarlo porque siempre en tono de broma nos preguntó si llevábamos algo que declarar, tabaco, alcohol, …drogas, más de 10.000 euros en efectivo… luego que a dónde íbamos y de donde veníamos…en fin, solo parecía querer charlar para matar el aburrimiento, pero al principio no nos hizo ninguna gracia.

Incorporados de nuevo a la fila llegamos a la taquilla. Aunque creo que hay media docena abiertas, en realidad luego solo hay un carril por lo que se va dando salida a los vehículos de las distintas taquillas  por turnos a través de un semáforo y de aquí el “bouchon”. Y nos llega la sorpresa: aparece en pantalla 64 euros a pagar. ¡Madre mía!, ¡64 euros!. Perpleja aún, le digo que es solo “one way” y me dice que sí, que solo “one way”. Bueno pues a pagar. Meto la tarjeta de Angel y pongo mi código, así que no funciona. Luego ya le pongo el código correcto, y sigue sin funcionar. Se baja él de la autocaravana, pero pasa lo mismo. Al final, pagué con mi tarjeta. Después se daría cuenta que se había equivocado con el código. Nos hacemos mayores y reaccionamos despacio ante los imprevistos y los 64 euros...tardamos en digerirlos.

Tras esta anécdota, esperamos nuestro turno y nos introducimos en este túnel de 11 km. Casi a 6 euros el kilómetro. Velocidad mínima 50 km/h y máxima 70 km/h. Y tengo que decir que no me gustan nada los túneles y cuanto más largos, peor lo paso. Pero después de lo que me pareció una eternidad vislumbramos a lo lejos la salida. Por fin estábamos ya en el otro lado, en Italia.

Hicimos una breve parada para disfrutar de la mítica cima del Montblanc y de su “mare de glace” desde el lado italiano y descendimos hacia nuestro destino de hoy: la Pres de Saint Didier, donde hay un “orrido” o una pasarela suspendida sobre un valle con una vistas espectaculares hacia todo el macizo del Montblanc y  el valle

Encontramos el área de autocaravanas sin problema, junto al río y a las afueras de la población (45.762199, 6.98909). 14,50 euros el día, o 3 euros la primera hora y 0.50 las siguientes. En un momento pensamos si irnos después de visitar el “orrido” ya que eran tan solo las 12,30, pero seguro que más de la hora emplearíamos en subir y tendríamos que abonar entre 1,50 o 2 euros por aparcar. No merecía la pena andar luego deambulando a ver si encontrábamos un sitio adecuado y yo, además, con los años, me he vuelto muy sibarita y no me vale cualquier sitio y este era estupendo, tranquilo, cercano a la población y  rodeado de un  bonito entorno, así que aquí estamos aún a las 19,30 aunque ahora mismo el cielo se ha cubierto de nubarrones grises que amenazan con lluvia. Al menos hemos pasado de las 17 horas donde pronosticaban que llovería. Mañana…ya veremos.

Tras dejar la autocaravana en al área junto a una decena más, pusimos rumbo hacia el “orrido”. El camino está muy bien señalizado y comienza muy cerca del área de autocaravanas.  Caminamos paralelos al río y donde hay un estrecho puente medieval, comienza el ascenso. 



Y menos mal que no vimos donde estaba el “orrido”. Al regresar, junto al río y el puente romano,  levantamos la vista y lo encontramos suspendido sobre el barranco, en una pared de roca. Si lo veo, me empieza a funcionar la cabeza negativamente, así que mejor así, después.
De vez en cuando alguien colgado de una tirolina atravesaba esta garganta.

El camino no deja de ascender. Leí que había 200 metros de desnivel con una pendiente del 15%, cuarenta minutos de subida y veinte de bajada. Y así debió ser.  Será poca cosa para algunos, pero ya se me hizo durilla. Iba pendiente también de Angel que ascendía bien y de Tula, que con sus 14 años parece que el tiempo no ha pasado por ella y subía como una jovenzuela saltando los escalones a veces bastante grandes. No sé que tiempo pasó de subida pero enseguida dimos con este curioso y espectacular “invento”.

Se trata de una pasarela metálica semicircular suspendida en el vacío a 160 metros de altura sobre una garganta por cuyo fondo corre vertiginosamente un rio cargado de agua de las últimas lluvias.  Con sus 160 metros de altura, ofrece emociones y una incomparable vista. Esta pasarela está cerrada en invierno.

Me muevo despacio, estoy sobrecogida y agarro todo lo que llevo colgando: el teléfono con el que intento hacer fotos, la cámara, el bastón…como se me caiga algo… me puedo despedir de ello. El espectáculo que se puede contemplar es maravilloso ya que desde aquí podemos admirar   la  cadena de Montblanc,  la cuenca de Pré-Saint-Didier con varios pueblos, así como impresionantes vistas de la cascada del barranco. A nuestros pies, el valle.  La blanca cima se ve mejor desde la parte francesa, aquí está en el extremo izquierdo. A Tula la ata Angel y no la deja que se acerque a la pasarela no apta para los que padezcan de vértigo.

Observamos que viene gente con bolsas dispuestos a comer en este lugar que dispone de unas mesas. Al parecer vienen en un autobús de línea. Tras hacer unas fotos iniciamos el descenso. Ahora nos encontramos más gente y es que la hora de la comida italiana ha pasado ya, y entre los que ascienden hay una joven que nos pregunta qué les queda  y cuando la decimos que no comprendemos, nos pregunta en castellano. Al alabar su buen acento me responde que es peruana. Me dice que su chico, que sube detrás, se “va muriendo” pero que no le digamos nada.



Después de hora y media más o menos, estamos otra vez de regreso en la autocaravana donde nos preparamos para comer, descansar y después de unas buenas duchas nos acercamos al pueblo a buscar pan. Bonita ciudad, pero no parece tener nada de interés exceptuando un balneario y esta pasarela.

Ahora el área está casi completa. Quedan dos o tres huecos, incluso el de nuestra izquierda lo han ocupado y es que cuando hemos llegado nosotros nos hemos puesto junto a una autocaravana que nos ha pedido el favor de apartarnos lo que pudiéramos porque tenían que “bajar una moto”. Las plazas son generosas, pero aun así, nos hemos separado pero nos hemos dado cuenta de que estábamos muy cerca de la plaza de nuestra derecha así que hemos optado por dejarla libre y situarnos en la siguiente. Luego hemos visto que los muy caras duras se habían colocado en el centro en vez de echarse a su izquierda para dejarse su propio espacio a la derecha si querían sacar su moto. Mi indignación ha crecido cuando hacia las 18 horas se han ido tranquilamente a pasear sin ninguna intención de sacar moto. Y …¡cómo me joden los listos que se aprovechan de la buena voluntad de la gente!. Cada vez me molestan más porque confunden la bondad con la estupidez, y cada vez abundan más  estos “listos”  caras duras y lo mejor es que sigan creyendo que los demás…somos tontos .

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