Solo chi sogna
Puo volare
(solo quien sueña, puede volar)
Rafa, Cristina,...soñasteis y volasteis.
A mi amigo Rafa que nos dejó mientras que
escribía este relato y que nos acompañó en breves, pero intensos instantes en
este rencuentro con un trozo del
paraíso. Porque él, recorrerá sus senderos hasta que nos podamos rencontrar. Y
a nuestra amiga Cristina, su sempiterna compañera, sin la que era difícil comprender
a Rafa y que nos dejó un año y medio atrás. Porque su bondad siempre nos
acompaña. Porque ambos dejan un inmenso
vacío en nuestras vidas. Porque tenemos que aprender a convivir con ello.
Mientras que escribo y reviso este relato, nuestro amigo Rafa, nos ha dejado. Éramos seis, aunque en un principio fueron tres. Luego, nos fuimos sumando las parejas. La última en llegar, yo, y entonces podría tener 17 o 18 años. Más de cuarenta años han pasado, años que han contemplado nuestra lucha por abrirnos camino en un mundo donde parecía que no teníamos hueco. Años de duro trabajo y esfuerzo. Años criando y sacando adelante a nuestros hijos. Y cuando parecía que empezábamos a ser dueños de nuestro tiempo, de nuestras vidas, Cristina nos dejó.
Y entonces fuimos cinco.
Pero en tan solo un año y medio, restamos uno más, y ya, solo somos cuatro.
Y la descripción que en su día hizo Juan José
Millas sobre el “paisaje” de nuestras vidas a esta edad, me parece muy acertado.
Es…como una gran fotografía o video corto en la que están todos aquellos que
forman parte de nuestras vidas. Incluyo yo añadiría lugares, momentos, objetos…
Cuando alguien que forma parte de ella, desaparece, queda un espacio en blanco
que nunca, nunca jamás se recompondrá. Y en mi paisaje, empieza a haber ya más
huecos de los esperados y por supuesto, ninguno deseado.
Rafa amaba la montaña y recorrió los senderos de este hermoso valle de Aosta. Este verano, en concreto cuando llegamos a Lillaz, su recuerdo de estas cumbres, de estos hermosos valles, nos acompañó. Nos preguntó si veíamos la cima del Gran Paradiso, pero una cortina de lluvia que duró un día completo, nos lo impidió hasta el día siguiente. Cuando lo conseguimos, le envié su fotografía. Nunca pensé que tan solo dos meses después, él nos dejaría. Y quiero pensar, necesito pensar, que ahora camina junto a Cristina por los lugares que un día recorrió y que amó. Y quiero y necesito pensar que juntos nos esperarán cuando a nosotros también nos llegue ese momento. Es curioso como cuando ahora, al echar la vista atrás vemos el gran camino recorrido, lo largo que ha sido, lo que hemos luchado, todos los ratos pasados y compartidos, lo que hemos amado, llorado, reído, brindado, y el poco camino que ya nos queda por delante.
Sí, aún nos queda más por amar, llorar, reir y brindar, pero no
tanto como lo pasado ya.
Amigo Rafa, Amiga Cristina, siempre, siempre, permaneceréis
en nosotros.